Una de las
mejores inversiones que siempre podrá realizar la humanidad es la
implementación de un sistema educativo que garantice el desarrollo personal,
emocional, social, político, humano y en todas sus temas ramificaciones. Esto
se logrará con solucionando los asuntos que acarrean la sociedad los cuales
impiden el avance en el desarrollo de la humanidad, la adquisición de una
cultura trascendental y saludable y, sin lugar a dudas, el de las próximas
generaciones.
Es claro que
para desear un desarrollo humano es necesario una articulación bien pensada en
los modelos de educación, pues de esto dependerá la evolución que tendrá el
estudiante en todos sus ámbitos como sujeto de la sociedad donde habita y su
interacción con ella.
“… el sistema educativo pasa a ser una prioridad fundamental para la
construcción de sociedades más inclusivas y justas, y la educación —concebida
como “acción humanizadora”— se asume como una de las herramientas más propicias
para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida.” (Horacio, 2013)
Para la
creación e implementación de tal sistema educativo y todo lo que compone
estudiantes, profesores, amientes de aprendizaje, bienestar de los actores de
aprendizaje, entre otros; será siempre encaminado a la mejora continua y en pro
de las generaciones jóvenes, como lo expresa Sánchez (2008):
“Las nuevas
sociedades del conocimiento se construyen teniendo en cuenta las generaciones
venideras y la realización de un proyecto común: el desarrollo del hombre y de
la humanidad […] Establecen un nexo entre el progreso del saber, el desarrollo
de las tecnologías y las exigencias en materia de participación, dentro de la
prospectiva de una ética del futuro.” (pp. 23-43)
Dentro de esa expectativa de una
ética para el futuro es implícito y explicito trascender el modelo de vida e
interacción que se tiene y se vive por uno en el cual tenga un enfoque
cooperativo donde la palabra constructiva tenga su liderazgo de cambio. Esto es
resaltado por Ferreyra y Peretti, 2006:
“Este sujeto ha de estar en
capacidad de transformar la realidad y no solo de adaptarse a ella. La
educación auténtica no entiende lo pedagógico como una cuestión meramente
técnica e instrumental, centrada en el aprendizaje individual; por el
contrario, rescata la importancia de los procesos de aprendizaje y de enseñanza
como instancias de producción dialógica colectiva y de negociación cultural.”
Ahora bien, para lograr tales
cometidos es necesario dejar de lado rasgos discriminatorios que impiden la una
sana práctica social en el cual los sujetos de aprendizaje logren la
comunicación asertiva en su bienestar en la vida.
“En primer lugar la educación como práctica. Es
decir, la educación es una relación social entre sujetos en formación, que
pueden ser y tener capitales sociales y culturales diversos, pero que en el
diálogo, en la comunicación van descubriendo sus niveles de conciencia y de
posicionamiento en la vida. Cada cual con su especificidad y su legitimidad de
origen. Y esto independientemente de su edad, de su calidad socioeconómica, de
su raza y de su género. Lo importante es la relación formativa que se establece
entre ellos, formativa desde el conocimiento y sobre todo en sus calidades de sujetos
en devenir de ser.” (Contreras, 2007)
Por lo tanto, es claro que para
lograr el desarrollo humano, con una cultura transformadora y saludable y para
las generaciones venideras es necesario solucionar ciertos asuntos que aquejan
la sociedad y la educación, como lo expresa la ONU en 1987:
“Le
corresponde, entonces, a la educación, como clave para el desarrollo humano, en
interacción con las demás esferas sociales, constituirse en fuente de
oportunidad para construir respuestas situadas en relación con los problemas
derivados de los procesos simultáneos —y, a veces, contradictorios— de
mundialización, regionalización, democratización, inclusión, polarización,
marginación y exclusión. Puede ser este uno de los caminos alternativos que
conduzca al logro de un desarrollo humano que les permita a las personas
satisfacer sus necesidades (económicas, sociales, de diversidad cultural y de
un medio ambiente sano), sin poner en riesgo la satisfacción de estas por parte
de las generaciones futuras.”
Referencias
Contreras, R. P. (2007). Educacion y Desarrollo:
Relacion Permanente en la Practica, Conceptos equivocos y diferentes en los
discursos politicos. Concepcion, Chile: Revista de Estudios y Experiencias
en Educación. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/2431/243117032003.pdf
Horacio, A. F. (2013). La educación: clave para el
desarrollo humano Una perspectiva desde la educación auténtica. Bogotá:
Análisis. Revista Colombiana de Humanidades. Obtenido de
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=515551537003
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